Perú Exporta su Megacartera Minera de US$ 64 Mil Millones al Mundo para Asegurar el Futuro Eléctrico
Perú ha dado un golpe de autoridad en la escena minera internacional, consolidándose como un actor indispensable para la transición energética global. En eventos de talla mundial como el IMARC 2025 en Australia, el país ha exhibido su gigantesca Cartera de Proyectos de Inversión Minera 2025, valorada en la impresionante suma de US$ 64.071 millones. Esta ofensiva de relaciones públicas internacionales busca proyectar a Perú no solo como un depósito de minerales, sino como una jurisdicción con estabilidad macroeconómica y un compromiso explícito con una minería moderna y sostenible. El mensaje es claro: si el mundo necesita cobre, zinc y plata para vehículos eléctricos, baterías y tecnología verde, debe mirar a los Andes peruanos.
El enfoque de esta estrategia de «exportación de cartera» está puesto en atraer capitales para que los 67 proyectos—distribuidos en 19 departamentos— puedan materializarse. La inversión en el sector, que ha experimentado un crecimiento sostenido, es crucial para la economía, aportando cerca del 60% del total de las exportaciones. No obstante, la presentación internacional también es una respuesta a la necesidad de defender la minería formal ante la percepción de inestabilidad y conflictos sociales. La delegación peruana ha tenido que destacar los avances en materia de desarrollo y la importante contribución fiscal de la minería, buscando contrarrestar el discurso de los grupos anti-mineros que, según el sector, asustan la inversión.
Sin embargo, el éxito de esta «diplomacia minera» tiene un talón de Aquiles doméstico. El principal desafío es la rampante minería ilegal, que no solo daña irreversiblemente el medio ambiente, especialmente en la Amazonía, sino que también genera una pérdida fiscal masiva, estimada en miles de millones de soles. Además, la minería ilegal e informal ha desarrollado estrategias de influencia política, lo que complica los esfuerzos del Estado para formalizar el sector y erradicar el crimen organizado asociado. En resumen, la batalla de Perú se libra en dos frentes: seducir a la inversión extranjera con su riqueza geológica en el exterior, y lograr la paz social y la legalidad de sus operaciones a nivel interno para que esa inversión se convierta en desarrollo tangible.
 
		 
 


 
