Alerta de $1200 millones: Perú lucha contra 6,000 Pasivos Ambientales Mineros y un riesgo «Alto» inminente.
Perú, uno de los gigantes mineros de Latinoamérica, enfrenta una emergencia ambiental y social de proporciones históricas: la gestión de más de 6,000 Pasivos Ambientales Mineros (PAM) identificados, muchos de los cuales son herencia de operaciones antiguas o abandonadas. El Ministerio de Energía y Minas (MINEM) ha puesto el foco en la urgente necesidad de remediar estos sitios, especialmente los 238 clasificados con riesgo «Alto» o «Muy Alto» que representan una amenaza directa para la salud humana y el ecosistema. Remediar un solo pasivo puede costar en promedio US$ 500,000, lo que implica una deuda ambiental para el país que, de no atenderse, podría superar con creces los 1,200 millones de dólares.
Ante este desafío, la normativa peruana está experimentando una evolución crucial. Recientes modificaciones a la Ley de Cierre de Minas y su reglamento buscan inyectar seriedad y responsabilidad al proceso. La ley ahora exige a los titulares mineros actualizar periódicamente sus planes de cierre, constituir garantías ambientales sólidas y presentar reportes semestrales de avance. Además, se han establecido sanciones durísimas: los titulares que incumplan con los plazos de remediación pueden ser incluidos en una «Lista de Impedidos» que los inhabilita por cinco años para adquirir nuevos derechos mineros, un castigo que golpea al corazón del negocio.
El problema trasciende la regulación y la remediación, enfocándose en la eficiencia y el futuro. Expertos del sector minero en Perú han alzado la voz, argumentando que el marco normativo actual es demasiado «lineal» y frena la adopción de la economía circular. La verdadera oportunidad de tendencia radica en ver los pasivos y los relaves no como desechos, sino como fuentes de materias primas secundarias de alto valor. Países como Brasil ya demuestran que el reprocesamiento de relaves puede generar cientos de millones de dólares en ganancias, transformando una responsabilidad ambiental en una oportunidad millonaria. La próxima gran batalla de la minería peruana no es solo cerrar, sino innovar.


