La minería en Perú se consolida como motor de empleo, pero el oro ilegal amenaza al Estado.
- Minería Legal: Motor de Empleo y Producción Récord
La minería formal en Perú se reafirma como uno de los pilares económicos más robustos y dinámicos del país, alcanzando cifras históricas de generación de empleo directo. El sector ha roto récords, superando los 250,000 empleos formales directos, con incrementos interanuales que superan el 10%. Este auge se extiende a la producción, con el cobre y otros metales registrando aumentos significativos. Esta reactivación minera, apoyada por una robusta cartera de inversión que supera los US$ 64 mil millones, posiciona a Perú como un destino minero clave y un proveedor esencial de metales para la transición energética global. La minería legal es, inequívocamente, el mayor contribuyente fiscal y un dinamizador clave de la economía a través de su extensa cadena de proveedores.
- La Sombra de la Minería Ilegal: Una Cifra Alarmante
En contraste con el auge legal, la minería ilegal se ha disparado, transformándose en una amenaza económica y de seguridad de proporciones históricas. Mientras que la minería legal factura alrededor de US$ 5 mil millones al año, se estima que la actividad ilegal de oro ha escalado hasta cifras que alcanzan los US$ 14 mil millones anuales. Esta alarmante cifra, que incluso supera el valor del narcotráfico en ciertas zonas, indica que la minería ilegal no es un problema marginal, sino una industria criminal masiva y altamente rentable que se aprovecha del precio récord del oro. La magnitud de estos flujos ilícitos genera una profunda preocupación sobre su capacidad para infiltrarse y «subvencionar» procesos políticos y erosionar la institucionalidad del Estado.
- El Desafío Inminente de la Formalización
Ante este panorama dual, el Gobierno peruano se encuentra en una encrucijada crítica. Por un lado, busca impulsar la inversión y la producción legal con proyectos de reposición vitales como los de Antamina e Inmaculada. Por otro lado, la urgencia de formalizar a miles de mineros informales, a través de mecanismos como el REINFO (Registro Integral de Formalización Minera), está generando polémica. La simplificación de procedimientos para la formalización y la eliminación de visitas de campo obligatorias, aunque buscan agilizar el proceso, plantean el riesgo de relajar los estándares ambientales y perpetuar espacios grises en la regulación. La verdadera tendencia de impacto para Perú en el futuro inmediato será la capacidad del Estado para gestionar el boom minero de manera responsable, capitalizando la actividad legal mientras desarticula la poderosa economía criminal que se esconde tras el «Factor T» del oro ilícito.