Dependencia de China impulsa la reactivación de la producción interna y alianzas estratégicas.
Estados Unidos, tras suspender su producción nacional de tungsteno en 2015 debido a la imposibilidad de competir con los bajos costos chinos (quienes hoy controlan más del 80% de la oferta global), se encuentra en una carrera por recuperar su autosuficiencia. Este metal, aunque con un mercado global relativamente pequeño (no supera los 5,000 millones de dólares), es de vital importancia estratégica, especialmente para aplicaciones militares, como proyectiles de alta penetración, y es crucial en los contratos del Departamento de Defensa. La creciente tensión geopolítica y la necesidad de diversificar las cadenas de suministro han reactivado el interés por asegurar fuentes no chinas de este recurso.
En este contexto, American Tungsten ha anunciado el reinicio de las operaciones mineras en su proyecto Ima, ubicado en Idaho. Esta mina, que ya tuvo actividad entre 1945 y 1957, busca ahora contribuir a reducir la dependencia exterior del tungsteno, especialmente porque los suministros occidentales son considerados críticos por expertos de la industria. Esta reactivación marca un paso significativo hacia la recuperación de la capacidad productiva doméstica de Estados Unidos en este mineral clave.
Complementando los esfuerzos internos, la compañía canadiense Almonty Industries, el mayor productor mundial de tungsteno fuera de China, está avanzando en la fase final de construcción de su mina Sangdong en Corea del Sur. Almonty, que también tiene operaciones en España y Portugal, tiene planes de abastecer directamente al mercado estadounidense, posicionándose como una alternativa sólida y confiable en el suministro de este estratégico metal industrial. Estas iniciativas conjuntas reflejan una estrategia global para asegurar el acceso a un mineral vital para la defensa y la tecnología occidental.