¡Alerta de Récord! Regiones Reciben Transferencias Históricas, Pero el Fantasma de la Ineficiencia Devora el Desarrollo Local
El sector minero peruano ha generado una ola de recursos sin precedentes, confirmando su rol como el verdadero motor económico del país. Las transferencias de Canon y Regalías Mineras a los gobiernos regionales y locales superaron la impactante cifra de S/ 8.300 millones en la primera mitad de 2025, un monto que marca el segundo valor histórico más alto. Este flujo masivo de dinero, proveniente del 50% del Impuesto a la Renta pagado por las grandes empresas, debía ser la clave para cerrar las brechas de infraestructura en las zonas productoras. Áncash, Arequipa, Tacna y Moquegua se repartieron más de la mitad de estos fondos, lo que subraya la enorme riqueza concentrada en el sur y la costa central del Perú.
La cifra, aunque récord, es una «bendición» a medias que esconde un desafío estructural crítico: la incapacidad de los gobiernos subnacionales para gastar y ejecutar estos fondos eficientemente. Estudios recientes y alertas de la Contraloría General de la República (CGR) demuestran que, a pesar de las transferencias multimillonarias, el impacto real en la reducción de la pobreza y la mejora del Índice de Desarrollo Humano (IDH) es consistentemente bajo. La ineficacia en la gestión de proyectos de inversión, la deficiente calidad de las obras y, en algunos casos, el uso irregular del canon en gastos corrientes, socavan la promesa de la minería como palanca de desarrollo. La paradoja es evidente: las regiones más ricas en recursos siguen teniendo altos niveles de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI).
La conversación de tendencia no se centra en la cantidad, sino en la urgente necesidad de la reforma. Expertos y líderes del sector claman por un «shock» de gestión pública que habilite a las autoridades a transformar el papel en cemento, escuelas y hospitales. El reto para la segunda mitad de 2025 es doble: no solo mantener el impulso productivo que genera la riqueza, sino también implementar mecanismos de vigilancia, rendición de cuentas y asistencia técnica que obliguen a las municipalidades y gobiernos regionales a priorizar inversiones estratégicas y de calidad. Solo con eficiencia y transparencia el Canon Minero dejará de ser percibido como una «caja chica» para convertirse en la verdadera fuerza impulsora del desarrollo descentralizado del Perú.