La Estrategia Global para el Despegue de la Transición Energética
Glencore, uno de los mayores traders y productores de materias primas del mundo, ha lanzado un plan de crecimiento sumamente ambicioso y enfocado en el cobre, un metal crítico para la electrificación global y la transición energética. La empresa ha anunciado un objetivo de producción de cobre de 1.6 millones de toneladas para 2035, con una meta intermedia de alcanzar 1 millón de toneladas para 2028. Esta estrategia no solo es una respuesta directa al boom de vehículos eléctricos e infraestructura renovable, sino que redefine a Glencore, enfocándola decisivamente en los «metales de transición» y alejándola progresivamente del carbón. Este reposicionamiento convierte a la minera en un actor indispensable en la geopolítica de los recursos limpios, marcando una clara tendencia en el futuro del sector extractivo.
Para materializar esta impresionante expansión, Glencore está reactivando proyectos clave en Sudamérica. Destaca el reinicio de la mina Alumbrera en Argentina, prevista para finales de 2026, que servirá como catalizador del megayacimiento MARA (Minera Agua Rica – Alumbrera). Además, en una alianza estratégica de gran magnitud en Chile, Glencore fue seleccionada por Codelco para avanzar conjuntamente en el desarrollo de una nueva fundición de cobre. Esta instalación promete utilizar tecnología de vanguardia para garantizar los estándares ambientales más altos, posicionando a Chile como un centro de valor agregado y reforzando la confianza de Glencore en el futuro de la minería en Latinoamérica.
No obstante, esta expansión global viene acompañada de un historial que mantiene a la empresa bajo la lupa. Glencore ha estado en el centro de escándalos éticos que resultaron en el pago de multas multimillonarias (superiores a los $1.100 millones de dólares) a gobiernos como el de Estados Unidos por esquemas de soborno y manipulación de precios. A medida que la compañía se prepara para liderar la producción de los metales del futuro, la comunidad global y los stakeholders exigen que su ambición productiva esté irrevocablemente ligada a una responsabilidad corporativa y transparencia total. El éxito de su estrategia de cobre dependerá no solo de la tonelada extraída, sino de la forma en que gestione su impacto social y legal en los países donde opera.


