China Lidera la Carrera Global por los Minerales Críticos y Redefine a Latinoamérica
China se ha consolidado como la fuerza dominante detrás de la fiebre global por los minerales críticos, aquellos esenciales para la transición energética y la tecnología de punta (cobre, litio, cobalto). El gigante asiático no solo es el mayor procesador de estos metales, sino que también está acelerando su estrategia de adquisición y control de yacimientos en todo el mundo. Este movimiento no es solo económico, sino profundamente estratégico y geopolítico, impulsado por la necesidad de asegurar materias primas clave en un contexto de crecientes tensiones con Occidente, especialmente con Estados Unidos. Al comprar minas y aumentar su presencia en la cadena de suministro, China busca una dependencia cero de terceros para su propia modernización militar y tecnológica.
En este tablero global, América Latina se ha convertido en un campo de batalla clave, aunque con matices. Pese a que la región solo recibió un pequeño porcentaje de la inversión total de la Iniciativa de la Franja y la Ruta a principios de 2025, la inversión china en minería es intensa y selectiva. Países con grandes reservas de cobre (Perú, Chile) y litio (Argentina, Chile, Bolivia) son el objetivo principal, con ejemplos notorios como Perú, donde las empresas chinas ya superan los US$11 mil millones en proyectos. Este patrón de inversión se enfoca en sectores estratégicos y extractivos, buscando garantizar el flujo de los metales que alimentan las megatendencias, como la fabricación de baterías y turbinas eólicas.
Sin embargo, esta acelerada expansión no está exenta de controversia. Las inversiones chinas en la minería latinoamericana han generado preocupación por el impacto social y ambiental, afectando en algunos casos ecosistemas sensibles y territorios ancestrales, como se ha documentado en proyectos en Ecuador y Perú. A medida que China redefine la geopolítica de los recursos, la región se ve obligada a abordar una doble presión: la necesidad de capital extranjero para desarrollar su potencial minero y la exigencia de la ciudadanía de garantizar la transparencia y la sostenibilidad. La respuesta de los gobiernos latinoamericanos, en términos de regulación y condiciones de valor agregado, definirá si esta relación de dependencia se traduce en un desarrollo transformador o en una simple extracción de materias primas.