La minería ilegal es el nuevo campo de batalla contra el crimen organizado transnacional.
La minería ilegal en Ecuador ha dejado de ser un simple problema ambiental o de evasión fiscal; se ha transformado en el principal combustible financiero de las bandas de delincuencia organizada y un asunto de seguridad nacional. Esta actividad ilícita se ha conectado directamente con el narcotráfico, el tráfico de armas y el contrabando, creando un ciclo vicioso que desestabiliza regiones enteras y alimenta una «gobernanza criminal» en zonas remotas. La magnitud del problema es tal que el oro ilícito no solo se lava a través de sistemas económicos vulnerables, sino que también financia la capacidad operativa y armamentística de grupos como Los Choneros y Los Lobos, que ya exhiben un arsenal casi militar.
En respuesta a esta amenaza existencial, el gobierno ecuatoriano ha declarado una guerra frontal y sin precedentes. Las Fuerzas Armadas han pasado a la ofensiva con operativos de alto impacto, incluso recurriendo a los bombardeos estratégicos en áreas controladas por las mafias en provincias como Azuay y El Oro. Estas acciones combinadas han generado pérdidas históricas de cientos de millones de dólares a las redes criminales, demostrando la seriedad de la lucha. El mensaje es claro: restaurar la soberanía del Estado en territorios minados por la ilegalidad y devolver la paz a las comunidades que han sido víctimas de la violencia y la contaminación.
Este conflicto en Ecuador tiene implicaciones regionales e internacionales, ya que la minería ilegal y el oro ilícito no respetan fronteras, afectando también a países vecinos como Colombia y Perú. El desafío es monumental: no solo se trata de destruir maquinaria, sino de cortar la cadena de suministro global y el lavado de activos que permite a estas organizaciones criminales florecer. La lucha se está llevando a cabo en el ámbito militar, ambiental y financiero, consolidando el hecho de que en el «Nuevo Ecuador», la lucha contra la delincuencia organizada es la misma que la batalla por el control del recurso y la protección de su frágil ecosistema amazónico. Un auténtico drama con oro en el centro.


