La minería chilena se apoya en la digitalización para mejorar su eficiencia. Al migrar de las planillas de cálculo a plataformas estructuradas, las empresas del sector aseguran la trazabilidad de los datos y optimizan sus operaciones en un entorno de precios volátiles y crecientes desafíos.
La minería chilena enfrenta un panorama complejo, con altos costos energéticos, escasez de agua y un contexto de precios volátiles. A pesar de que la industria aporta el 55% de las exportaciones del país y el 14.6% de su PIB, la eficiencia operativa se ha convertido en un factor crucial para mantener la competitividad. Históricamente, la dependencia de herramientas como Excel para la planificación y el control ha generado datos poco confiables y ha aumentado los riesgos de error. Esto afecta directamente la toma de decisiones y, en última instancia, la continuidad operativa, según advierte Marco Ponce, CEO de Sermaluc.
La digitalización ha surgido como la solución a estos desafíos. Las empresas que han migrado a plataformas digitales estructuradas y auditables han logrado mejorar la trazabilidad, reducir los tiempos de gestión y consolidar sus datos en tiempo real. Estas herramientas permiten saber quién hizo qué, cuándo y cómo, lo que asegura la veracidad de la información y facilita la toma de decisiones basadas en datos objetivos, incluso en operaciones de alta complejidad. Esto se traduce en una mayor eficiencia operativa y una reducción significativa de los riesgos para las compañías.
El impacto de la digitalización va más allá de la eficiencia interna. Las mineras que han adoptado estos sistemas han logrado proteger sus márgenes frente a la volatilidad del cobre. Además, la accesibilidad de estas tecnologías para las PyMES mineras ha democratizado la eficiencia en toda la cadena de valor. Con una gestión digital robusta, la minería chilena no solo consolida su liderazgo en la producción de cobre, sino que también eleva sus estándares de productividad, sostenibilidad y confianza en el mercado.