Consultora de la CEPAL minimiza el impacto de un posible arancel del 50% al cobre chileno por parte de EE. UU., aunque lo considera una mala noticia.
Ante el reciente anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la imposición de un arancel del 50% al cobre, Alicia Frohmann, consultora de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), ha declarado que, si bien sería una «mala noticia», no representaría un quiebre para el sector cuprífero chileno. Esta perspectiva ofrece un matiz de tranquilidad frente a la preocupación inicial generada por la medida, que comenzará a regir el 1 de agosto.
En respuesta a la situación, equipos técnicos de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) y del Ministerio de Hacienda de Chile tienen programada una segunda ronda de conversaciones presenciales con sus contrapartes de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) en Washington D.C., entre el 28 y el 31 de julio. Frohmann, quien también es exdirectora de ProChile, valoró la forma en que el gobierno chileno está procediendo, tanto en términos bilaterales como en la coordinación con el sector privado, en un esfuerzo por abordar la situación antes de que el arancel entre en vigor.
A pesar de la acción diplomática, Frohmann expresó cierto pesimismo sobre lo que el equipo técnico chileno pueda lograr en estas negociaciones. Argumentó que, si bien espera que «prime cierta racionalidad económica», la trayectoria de Estados Unidos en el cumplimiento de obligaciones internacionales «no da mucha confianza». Esta cautela subraya la incertidumbre inherente a las disputas comerciales internacionales, incluso cuando el impacto directo en la economía chilena del cobre no se prevé catastrófico.