Brasil, un Gigante de Minerales Críticos con Producción Mínima: ¡10% de las Reservas Globales vs. 0.1% de la Producción!
Brasil se encuentra en una posición geopolítica y económica de inmenso potencial, ya que posee cerca del 10% de las reservas mundiales de minerales críticos y tierras raras, incluyendo activos estratégicos como litio, níquel, cobalto, grafito y cobre. Sin embargo, esta ventaja se ve ensombrecida por una realidad impactante y urgente: el país apenas representa el 0.09% de la producción mundial de estos materiales. Este desequilibrio no solo subraya una oportunidad económica no aprovechada, sino que también lo sitúa en el centro de la carrera global por los recursos esenciales para la transición energética y la industria de alta tecnología. El mundo necesita estos materiales, y Brasil tiene las reservas, pero aún no tiene la producción.
En respuesta a esta urgencia y a la creciente competencia global —avivada por las restricciones a la exportación de minerales críticos impuestas por China, el gran dominador del mercado—, el gobierno brasileño ha tomado medidas decisivas. Recientemente, se inauguró formalmente el Consejo Nacional de Política Minera (CNPM), presidido por el Ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, y con la participación del Presidente Lula da Silva. Este consejo, inactivo desde su creación en 2022, busca modernizar la política minera nacional, centrándose en los minerales críticos y las tierras raras para proponer una estrategia nacional que impulse las cadenas de suministro internas.
El desafío de Brasil no es solo regulatorio, sino también de inversión y desarrollo. Se estima que las inversiones en minerales críticos ascenderán a $24.300 millones de dólares hasta 2029, una cifra significativa pero aún considerada por debajo del potencial real del país. La clave de la nueva política es añadir valor local, y no limitarse a exportar la materia prima bruta. Esto implica desarrollar industrias de valor agregado, como la fabricación de baterías. No obstante, el desarrollo debe equilibrarse con importantes consideraciones ambientales y sociales, ya que la expansión minera genera conflictos en tierras indígenas y áreas protegidas. Lograr este equilibrio y reducir la burocracia será crucial para que Brasil pueda capitalizar su «pasaporte al futuro» y posicionarse como un proveedor alternativo a China.


