Reactivación Sorpresa Desata la Tensión Geopolítica y Financiera
El escenario minero mundial se vio sacudido por la dramática crisis de First Quantum Minerals (FQM) en 2023, la minera canadiense que vio paralizada su mina Cobre Panamá, una operación que aportaba el 5% del PIB panameño y el 75% de sus exportaciones. Este cierre, provocado por un fallo de inconstitucionalidad tras masivas protestas sociales, representó un evento sísmico para el suministro global de cobre. El impacto fue inmediato: FQM, una de las mayores productoras del metal, entró en modo de crisis, forzando una reestructuración financiera urgente, incluyendo masivas ofertas de bonos y extensiones de préstamos por miles de millones de dólares, lo que subraya la extrema fragilidad y dependencia de la cadena de suministro de metales críticos.
Ante la pérdida de su activo estrella, la tendencia inmediata de FQM fue un giro estratégico masivo para garantizar su supervivencia corporativa. La compañía canalizó sus esfuerzos en reforzar otras operaciones clave, especialmente en África (Zambia), mientras lidiaba con el golpe financiero. Este movimiento se convirtió en un ejemplo palpable de cómo las decisiones políticas en un país pueden forzar reajustes estratégicos a escala global en el sector de las materias primas. Paralelamente, la empresa se preparó para una batalla legal multimillonaria, interponiendo demandas de arbitraje internacional contra el Estado panameño por hasta $20,000 millones de dólares en compensación.
La información más impactante y de tendencia actual es la reciente decisión del nuevo gobierno panameño (noviembre de 2025) de iniciar la reactivación parcial de la mina, permitiendo la exportación del concentrado de cobre almacenado y aprobando un plan de «cuidado y mantenimiento». Este giro político abre un complejo escenario geopolítico, ya que la reactivación se perfila como un intento por negociar la suspensión de los arbitrajes internacionales a cambio de mantener viable la infraestructura. El desenlace de estas negociaciones determinará no solo el futuro de una de las mayores fuentes de cobre del mundo, sino también la posición de Panamá ante el capital internacional, manteniendo la atención de los mercados financieros y ambientales en vilo.


