Argentina se lanza al cobre mundial con la mega-inversión de Lundin y BHP en Vicuña.
El Proyecto Vicuña, una asociación 50/50 entre la canadiense Lundin Mining y la gigante global BHP en la provincia de San Juan, Argentina, ha pasado de ser una promesa a un fenómeno de escala mundial. La clave de esta tendencia es la fusión de los depósitos vecinos Josemaría y Filo del Sol en una sola operación integrada. Este distrito consolidado ya se posiciona entre los diez mayores recursos no desarrollados de cobre, oro y plata del planeta, con recursos medidos e indicados que superan los 600 millones de toneladas. La envergadura del proyecto es tal que Vicuña podría convertirse en la inversión extranjera directa más grande en la historia argentina.
La magnitud del proyecto no solo redefine el potencial minero de San Juan, sino que la coloca en el mapa de la transición energética global. El cobre es un mineral crítico para la electromovilidad y las energías renovables, y la apuesta de las multinacionales por Vicuña refleja la desesperada demanda de suministro confiable. Las proyecciones hablan de una vida útil de la mina extendida hasta 25 años (desde una estimación inicial de 19), con una tasa de procesamiento de mineral incrementada, lo que subraya la confianza en la riqueza geológica de la región.
El contexto político y financiero amplifica el impacto. Lundin y BHP están acelerando la solicitud para acogerse al nuevo Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) del gobierno argentino. Este régimen ofrece exenciones fiscales y seguridad jurídica a largo plazo, mitigando el riesgo en un país con antecedentes de volatilidad económica. Esta protección, sumada a una inversión récord de más de US$15,000 millones estimada para el proyecto, sugiere que la megaminería de cobre no solo tiene el respaldo de los gigantes de la industria, sino el impulso político necesario para transformar a Argentina en un actor central del mercado global del cobre.

