El cobre chileno se desengancha del agua dulce: uso de agua de mar se duplicará al 2034, impulsando la desalación.
Chile, pilar mundial de la minería de cobre y un país con estrés hídrico extremo, está inmerso en una transición hídrica monumental que está redefiniendo su principal motor económico. La industria minera ha tomado una decisión de supervivencia: independizarse del agua continental, cuya escasez se ha agravado por el cambio climático. La estrategia es brutalmente simple y audaz: volcarse al océano Pacífico. Proyecciones oficiales de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) indican que, para 2034, el consumo de agua de mar en la minería se habrá duplicado, llegando a abastecer cerca del 66% de la demanda hídrica del sector.
Este cambio masivo está impulsando un boom de proyectos de desalación en las regiones del norte, con una inversión multimillonaria estimada en miles de millones de dólares. Ya en 2024, el uso de agua de mar representa un porcentaje significativo del consumo total, pero el crecimiento proyectado para la próxima década es la verdadera noticia de tendencia. La diversificación hídrica no es solo una medida de sostenibilidad, sino una garantía de continuidad operacional ante la disminución de las leyes de mineral y la necesidad de procesar mayores volúmenes. Se trata de un acople forzado por la naturaleza, donde la minería abandona el agua dulce para asegurar la producción del metal clave para la transición energética global .
La adopción de la desalación no está exenta de desafíos. La desalación es un proceso intensivo en energía, lo que crea una sinergia crucial con el sector energético: se necesitan más energías limpias para bombear el agua del mar hasta faenas ubicadas a gran altura. Además, la gestión de la salmuera (el desecho concentrado) y los costos asociados son temas críticos para la viabilidad a largo plazo. Sin embargo, la magnitud de la inversión y la proyección de que el consumo de agua continental en regiones mineras clave se reducirá drásticamente, posiciona a Chile como un laboratorio global para la minería sostenible, demostrando que la producción de minerales críticos puede desacoplarse del uso de agua dulce, un recurso vital para las comunidades.


