La Minería se Consolida como el Nuevo Motor Económico: Recaudaciones Fiscales y la Inversión Extranjera Exploran un Crecimiento Histórico.
El sector minero se ha catapultado como uno de los pilares de la estabilidad económica en la República Dominicana, superando con creces todas las expectativas de recaudación y demostrando ser un imán para la inversión extranjera. Entre enero y julio de 2025, el sector de explotación de minas y canteras aportó más de RD$ 20,000 millones a las finanzas públicas, un monto que casi duplicó las estimaciones presupuestadas para ese período. Este dinamismo ha llevado al gobierno a proyectar que las recaudaciones mineras podrían sobrepasar los RD$ 30,000 millones al cierre del año, reafirmando el papel estratégico que juega la minería en el sostenimiento de la inversión social y el desarrollo nacional.
El auge del sector no es solo una historia de impuestos; también es un fenómeno de comercio exterior y confianza internacional. Las exportaciones mineras acumularon unos US$ 1,043.2 millones hasta junio de 2025, lo que representa un espectacular crecimiento interanual del 42%. Con esta cifra, la minería se posicionó con cerca del 32% de las exportaciones nacionales, teniendo al oro como su principal producto de venta. Aún más impactante fue la Inversión Extranjera Directa (IED) captada por el sector en el primer semestre, que se disparó un asombroso 437.8% interanual, atrayendo US$ 419.5 millones y concentrando, junto al sector energético, más del 40% de toda la IED del país.
Este desempeño extraordinario está redefiniendo la percepción de la minería en el Caribe. Al cierre del primer semestre, el sector se ha consolidado como uno de los mayores contribuyentes al Producto Interno Bruto (PIB) dominicano y uno de los principales motores de crecimiento económico, a la par de los sectores agropecuario y turístico. La clave de este éxito radica en la combinación de altos precios internacionales del oro y el impulso de grandes proyectos como Pueblo Viejo. La República Dominicana está enviando una señal potente: bajo un entorno de gestión fiscal eficiente, la riqueza geológica puede traducirse directamente en una robusta estabilidad económica y un atractivo destino para el capital global.

