Perú se Consolida como Potencia Global, Pero la Competencia por Tierras Raras con China Redefine la Estrategia
Las noticias internacionales en el ámbito minero confirman el rol crucial de Perú en la cadena de suministro global, especialmente para los minerales vinculados a las energías verdes. El país andino es reconocido mundialmente por sus abundantes recursos de cobre, litio y níquel, posicionándose como una pieza clave para la transición energética. Sin embargo, el panorama internacional se complica por la geopolítica de los minerales críticos, evidenciada por la decisión de China de imponer restricciones a la exportación de Tierras Raras. Este movimiento del gigante asiático, que controla cerca del 90% de la producción mundial de estos elementos esenciales, ha desatado una carrera global por asegurar fuentes de suministro alternativas.
En este contexto de rebalanceo estratégico, países como Brasil emergen como potenciales competidores, al poseer reservas de Tierras Raras que superan a las de naciones como Rusia e India. La búsqueda de la autosuficiencia en el suministro de estos minerales estratégicos —fundamentales para vehículos eléctricos, robótica y sistemas de defensa— impulsa a potencias como Estados Unidos y Europa a buscar socios mineros confiables en América Latina. Para Perú, esto representa una oportunidad doble: no solo para afianzar su liderazgo en cobre y plata, sino para atraer mayor inversión en la exploración y desarrollo de sus propios yacimientos de minerales críticos, diversificando su matriz productiva.
La minería peruana atrae inversionistas de todo el mundo, con China, Canadá y Estados Unidos liderando el capital extranjero. No obstante, el sector se ve desafiado por la necesidad de migrar hacia una minería más sostenible y de abordar la problemática de la minería ilegal, cuyo valor exportado compite con el de la minería formal. El futuro exige a Perú no solo aprovechar su riqueza geológica, sino también integrar estándares ambientales y sociales de clase mundial para asegurar un desarrollo económico duradero, que sitúe la innovación en el centro y garantice que la industria sea un motor de crecimiento regional sin destruir ecosistemas.


