Transición Energética: La Riqueza Subterránea de Colombia es Clave para el Mundo
Colombia está en el centro de la atención global, no solo por su política de hidrocarburos, sino por un potencial minero que resulta vital para la transición energética mundial. A pesar de ser tradicionalmente conocida por el carbón y el petróleo, la nación se ha dado cuenta de que su verdadero futuro económico reside bajo tierra, en los denominados minerales estratégicos. La Agencia Nacional de Minería (ANM) ha revelado que Colombia posee yacimientos clave de elementos indispensables, como el cobre y las arenas silíceas, que son la base para la fabricación de tecnologías limpias como los paneles solares, posicionándola como un proveedor esencial en la carrera global por las energías renovables.
El dato más impactante es la inmensa porción del territorio que permanece inexplorada: solo el 2.5% del territorio nacional está actualmente titulado para minería. Esto significa que más del 97% de su potencial geológico sigue siendo una «caja negra» con una riqueza aún por cuantificar. Esta realidad obliga al gobierno a reenfocar su política minera, pasando de un modelo extractivista a uno que impulse la reindustrialización del país. El objetivo es claro: dejar de solo exportar la materia prima y, en su lugar, utilizar minerales como las rocas fosfatadas (esenciales para fertilizantes agrícolas) para generar cadenas productivas internas, apoyando la soberanía alimentaria y la construcción de infraestructura.
La nueva visión de la minería en Colombia busca ser planificada, responsable e incluyente. Se plantea la necesidad de crear una Empresa Pública Colombiana de Minerales para promover el desarrollo económico, la formalización de la pequeña minería y la explotación de minerales estratégicos. Este cambio no es solo económico, sino político, pues obliga a una profunda reflexión sobre cómo debe desarrollarse la actividad extractiva en armonía con las comunidades y el medio ambiente. El desafío principal es atraer la inversión necesaria para la exploración en un contexto de incertidumbre regulatoria, garantizando al mismo tiempo que la vasta riqueza mineral de Colombia se traduzca en desarrollo y bienestar para las regiones, convirtiendo al país en una «Potencia Mundial de la Vida», según su Plan Nacional de Desarrollo.