Perú y la Ficha de la Transición Energética: El Boom de los Minerales Críticos Revive el Interés Global, Pese a la Amenaza Ilegal.
El sector minero peruano está experimentando un renacimiento estratégico impulsado por la voraz demanda mundial de minerales críticos necesarios para la transición energética. Mientras el cobre mantiene su reinado, el Litio y el Uranio se han convertido en la nueva mina de oro para la inversión internacional, con un interés explícito de potencias como Japón, que buscan asegurar el suministro de estos metales. Perú, con una geología privilegiada, se posiciona para suministrar hasta 11 de los 17 minerales clave identificados a nivel global, dándole una ventaja competitiva decisiva en el mercado de la electromovilidad y las energías renovables. Este impulso no solo promete un récord de inversión para 2025, sino que además redefine el rol del país: no solo un extractor, sino un salvador del planeta a través del suministro de los recursos para frenar el cambio climático.
Este panorama de oportunidad se contrasta con una realidad interna que frena el despegue. El problema de la minería ilegal, especialmente la aurífera, ha escalado hasta convertirse en una amenaza a la seguridad nacional, moviendo volúmenes de capital comparables al narcotráfico y operando en zonas de altísimo valor ambiental sin control alguno. La informalidad en el sector no solo depreda los recursos hídricos y forestales, sino que también genera conflicto social y desconfianza en las comunidades, lo que, irónicamente, termina paralizando los proyectos formales y responsables. A esto se suma la burocracia endémica, que ralentiza la aprobación de permisos esenciales (EIA), lo que impide que el capital fresco y el potencial geológico se conviertan rápidamente en producción y desarrollo tangible.
La solución de fondo que discuten los líderes de la industria y el gobierno radica en un doble enfoque radical: por un lado, un «shock» de desregulación para acelerar los proyectos de la cartera formal y, por otro, un plan de persecución criminal contundente contra la ilegalidad, con estrategias que involucren a diversas entidades estatales. La narrativa que busca imponerse es que la minería formal y sostenible (con altos estándares ambientales y sociales) es la única vía para que el país aproveche el actual boom de los metales y traduzca su riqueza geológica en desarrollo económico y social real en las regiones más pobres. La clave está en transformar el recurso de la geología en una ventaja real de geopolítica, cerrando la brecha de la desconfianza y la ineficiencia.