Inversión de US$612 millones en exploración cuprífera se estanca; el país pierde liderazgo por trabas burocráticas y largos trámites.
A pesar de una inversión acumulada de US$612 millones, la exploración minera en Perú, especialmente la cuprífera, avanza a paso lento. El Ministerio de Energía y Minas (Minem) reporta que de los 84 proyectos de exploración, más de la mitad se enfoca en cobre. Sin embargo, solo 13 de 48 proyectos cupríferos cuentan con autorización para iniciar trabajos de campo. La mayoría permanece en etapas tempranas, como la obtención de instrumentos de gestión ambiental (IGA) o el proceso de consulta previa, lo que genera importantes demoras en el sector.
Seis proyectos clave, incluyendo Marcobre (Ica), Quicay II (Pasco), Haquira, Antilla y Cotabambas (Apurímac), concentran el 65% de la inversión total, pero la mayoría de estos aún no superan la fase ambiental. Especialistas como Miguel Cardozo advierten que trámites que deberían tomar solo 180 días se extienden por años, e incluso la consulta previa puede demorar hasta cinco años, dependiendo de la gestión estatal. Estos retrasos burocráticos tienen un costo significativo para Perú en el panorama minero global.
Los efectos de esta lentitud ya son visibles: Perú ha sido superado por la República Democrática del Congo en producción mundial de cobre. Carlos Gálvez, expresidente de la SNMPE, señala que el camino desde la exploración hasta la producción puede implicar más de 265 trámites y tomar entre 20 y hasta 100 años en los casos más complejos. Con solo dos iniciativas grandes, Tía María y Zafranal, en el horizonte, y a pesar de que la demanda global de cobre podría triplicarse en los próximos 15 años, expertos urgen a Perú a simplificar su tramitología, ofrecer seguridad jurídica y reducir conflictos sociales para recuperar su competitividad en la inversión minera formal.