El país proyecta cubrir el 71% de su demanda hídrica minera con agua de mar desalinizada para 2033.
La industria minera chilena está liderando la adopción de fuentes alternativas de agua a nivel global, respondiendo a más de una década de sequía y la disminución de nevadas andinas. Actualmente, 22 minas en Chile ya operan con suministro de agua proveniente del océano Pacífico, lo que representa un avance significativo en la gestión sostenible del recurso hídrico. Según estimaciones de Cochilco, se proyecta que para el año 2033, un impresionante 71% del agua utilizada por la minería del cobre en Chile será desalinizada, consolidando al país como un referente en el uso de esta tecnología.
El proceso de desalinización en Chile implica la construcción de plantas en la costa y el bombeo del agua a través de complejas infraestructuras que incluyen tuberías de gran diámetro y estaciones de bombeo, llevando el recurso incluso hasta faenas ubicadas a más de 3,000 metros de altura. La Política Nacional Minera 2050 establece una meta aún más ambiciosa: para 2040, el 95% del agua empleada en minería deberá provenir del mar, reduciendo drásticamente el uso de fuentes continentales a solo un 5%.
A pesar de estos avances, la desalinización no está exenta de desafíos financieros y técnicos. Manuel Viera, presidente de la Cámara de Minería de Chile, estima que los costos operativos pueden oscilar entre 10 y 12 dólares por litro en ciertas condiciones, y un informe de ACADES advierte que el transporte del agua a zonas elevadas puede representar hasta el 60% del costo total. Asimismo, los impactos ambientales derivados de las tomas marinas y la descarga de salmuera exigen una atención cuidadosa, recomendándose el diseño de ductos que diluyan adecuadamente la salmuera y filtren metales pesados. La planificación territorial y el diálogo comunitario son esenciales para asegurar una expansión responsable de este modelo hídrico.